Tal vez la primera sugerencia que hace esta moto es que cualquiera que la pruebe, después de haber cumplido los cuarenta, va a sentir cómo nada más colocarse sobre ella, se le quita de encima una década, o dos, y eso sin haber abierto aún el gas. Verdaderamente, resulta difícil encontrar en el mercado un modelo más juvenil, sin perder ni un sólo punto de la seria compostura que confiere un gran monocilíndrico, firmado, además, por una marca con la trayectoria y la expansión que KTM proyecta hoy en día en el mercado.
Pero, antes de nada, hagamos una breve consideración sobre esta 690 SMC R, que se hace imprescindible para entrar en materia y poder entenderla. Si tratamos de mirar este modelo desde el punto de vista más versátil, y sobre todo desde el más práctico, nos encontraremos con una moto ciertamente difícil de justificar fuera del circuito, y más aun en un uso cotidiano. Sin embargo, vamos a tener en cuenta que se ofrece como una opción verdaderamente divertida para las salidas matinales de los domingos, a la vez que un modelo útil en el desplazamiento diario al trabajo, con una estrechez, una agilidad y una respuesta instantánea de su motor que le dotan de una soltura prodigiosa a la hora de desenvolverse entre el tráfico.
En el lado del debe, nos vemos en la constante obligación de cargar con una mochila, ya que la 690 SMC R no puede llevar ni una tarjeta de crédito, y tampoco se puede acoplar ninguna bolsa sobre depósito, por universal que ésta sea. Y es que, en cualquier caso, no debemos de perder el punto de referencia que KTM ha fijado para este modelo sobre la diversión sobre la pista. Porque, al fin y al cabo, hablamos de una supermotard pura con la instalación imprescindible, lo mínimo, para poder circular. Así pues, antes de nada y para hablar de su comportamiento en la pista, nos aprovecharemos del privilegio que hemos tenido al contar con la colaboración de un piloto auténticamente especializado, para que después de este apartado, veamos el comportamiento de esta SMC fuera de la pista.
El punto de vista del piloto
Santi Mangas, piloto del Mundial de Sujper motard probó para nosotros esta auténtica pura sangre con matrícula de la especialidad, en el circuito de FK1. Éstas son sus conclusiones:
Lo que más me ha gustado y más me ha sorprendido de este modelo ha sido su agilidad. La verdad es que parece una auténtica bici, y se siente como una de las 450, con las que corremos en el Mundial. En cuanto a la frenada, ofrece una buena potencia y se mantiene muy estable a lo largo de todos los metros en los que vas parándola. Esto da mucha confianza a la hora de tirarte a por el viraje, y además la moto se muestra rapidísima en el momento de girarla. Por otro lado, el chasis transmite la sensación de un gran apoyo en el paso por curva, y sobre el motor, tengo que decir que se comporta de una forma súper lineal, con una tracción continua que parece no se va a acabar nunca y que no te dará ningún susto tratando de sacarte por arriba.
En definitiva, una moto sorprendentemente ágil y estrecha con una cilindrada tan grande.
Fuera del Circuito
Bien. Después de ver esta 690 SMC R bajo el prisma de un piloto mundialista, vamos a plantear su análisis de otro modo, y pensaremos en el partido que se puede sacar a esta supermotard diseñada para el circuito fuera de él.
Escapadas dominicales
Desde luego, hablamos de una moto única para las carreteras de montaña. De hecho, aquella especialidad de las subidas en cuesta, tan extendida y popular en nuestro país antes de los años noventa, vive ahora una particular resurrección en Italia, con una inscripción en estas pruebas, así como en los primeros puestos de su clasificación, que se ven copados por motos como la KTM 690 SMC R, con un desarrollo adaptado a cada subida cronometrada.
Este detalle nos puede dar una idea de la efectividad que ofrece este modelo en cualquiera de esas carreteras de curvas que forman la selección habitual de cada motorista para su escapada de los domingos.
Soltura prodigiosa en los cambios de dirección, una postura con un manillar amplio y de control absoluto en el paso por curva y una ligereza (141 kg) que permite jugar con ella tanto para detenerla en un palmo de terreno, como quien dice, como para girarla encarando de inmediato el vértice del próximo viraje.
De todas formas, yendo por la carretera, sentiremos a menudo cómo la cabra tira al monte, porque desde luego la genética off road de esta SMC aflora con una tentación de llevarla al campo, en cuanto lo ves extenderse por los márgenes de la calzada.
Día a día con la 690 SMC R
Sus cualidades en este escenario casi saltan a la vista sólo al repasar con la mirada la extraordinaria esbeltez de su figura. Y es que su chasis, ejecutado a base de los tubos triangulados que constituyen en sí mismos un sello de la casa, se hace prodigiosamente estrecho en su ascenso hasta el asiento, más aún de lo que ya marcan de por sí las medidas del monocilíndrico. Hablando del motor, en este apartado, su tracción mueve el conjunto con un simple toque del gas, lo que nos permite fluir con esta supermotard entre el tráfico a base de breves giros de muñeca, uno tras otro, mientras cambiamos de trayectoria con un simple gesto de la cintura.
En definitiva, andar entre los coches resulta un auténtico juego de niños, no digamos ya subir o bajar cualquier bordillo para aparcar: Sencillamente, te dará la risa. Para sumarse a estas cualidades, la altura de los retrovisores facilita además el paso entre los espejos de la mayoría de los coches.
La 690 SMC R sólo muestra una pequeña limitación cuando queremos sortear los coches atrapados en un atasco, y es un radio de giro llamativamente amplio para una moto tan estrecha. Debemos de cogerle la medida en las primeras tomas de contacto, si no queremos sorprendernos al realizar alguna maniobra de garaje.
Pero dejemos a un lado los escenarios para pasar a ver un poco más en detalle cada una de las cualidades que ofrece esta supermotard de calle.
La Patada de la KTM 690 SMC R
Por mucho que se deje sentir en el sonido la implantación de la normativa Euro4, el empuje que provoca cada explosión de esa gran cacerola, que representa un pistón de 690 cc, se deja sentir en forma de una tracción poderosa, con el apoyo sobre un basculante de medidas XXL, que permite un control sencillo, sin ser ni mucho menos un piloto y a poco que nos impongamos, colocando el cuerpo delante y los brazos con los codos apuntando más bien hacia arriba.
La subida de potencia acompaña con uniformidad el ascenso del cuenta rpm y no descompone el tipo al llegar arriba, justo al borde del corte del encendido, situado sobre las 7.500 rpm. A esa respuesta progresiva y gradual contribuye el Ride-by-wire que monta en acelerador, y se puede elegir la inmediatez de su entrega con la selección electrónica de los tres modos disponibles. En cualquier caso, son 67 CV que se sienten como una potencia bastante superior gracias a ese efecto lleno y musculoso con el que ese pistón solitario empuja desde muy abajo.
En cuanto a las vibraciones, sobre todo a tener en cuenta en un uso fuera del circuito, sí que vibra, claro que vibra; pero mucho menos de lo que cabría esperar en un monocilíndrico tan grande; y desde luego no se te van a caer los empastes a lo largo de esa tediosa travesía por la autopista que te va a llevar, por ejemplo, hasta el circuito de entrenamiento.
Lo cierto es que el efecto del eje de balance que monta el cigüeñal se deja notar en este apartado, y KTM asegura que el montaje de este recurso no menoscaba, en lo más mínimo, la vida útil del motor.
En el apartado del consumo, este LC4 de un cilindro y doble bujía ha afinado el registro hasta convertirse en un motor sorprendentemente económico, máxime incluso si no olvidamos que hablamos de una moto nacida y pensada para la pista. Además de ello, sus mantenimientos se ven ahora prolongados durante diez mil kilómetros.
La Frenada de la 690 SMC R
Rotunda, y graduable como si lo hiciéramos con un escalímetro sobre el contorno de un disco flotante descomunal (320 mm), con el tacto lleno y sólido que ofrecen las pinzas Monoblock, transmitiendo toda la confianza al tirar de la maneta. El conjunto se ve asistido, además, por un sistema ABS Bosch 9.1 M, que ofrece la función “Supermoto”, permitiendo jugar con el bloqueo del freno posterior, al mismo tiempo que interviene sobre el tren delantero.
En cuanto al disco trasero, con una medida nada despreciable de 240 mm, cumple con su función trascendental en la conducción supermotard, ofreciendo un tacto fino a la hora de bloquear y hacer deslizar el neumático trasero.
Por otro lado, la 690 SMC R se mantiene absolutamente estable mientras la paramos, sin perder ni ápice la compostura, ni un milímetro la trayectoria a la que apuntamos con el manillar, por muy extrema que resulte la frenada.
Para rematar una retención de carreras, el sistema antirrebote del embrague hace su aporte para que el freno motor, con la tremenda compresión del monocilíndrico, 12,6:1, resulte de lo más efectivo mientras, por ejemplo, cruzamos la rueda trasera encarando ya la antesala de la curva que se nos viene encima.
Complementos obligatorios de La KTM 690 SMC R
La SMC R, una moto para solitarios
En esta 690 SMC R, no tiene lugar el pasajero, dado que su premisa principal queda fijada por el circuito, y siguiendo de paso la línea que marca el criterio de muchos de los puristas que definen el concepto original de La Moto como monoplaza.
Ergonomía extrema en la 690 SMC R
Para facilitar el pilotaje Supermotard, con todo el movimiento que exige tanto en la parte de asfalto como en la off road, KTM ha querido aprovechar toda la longitud horizontal del asiento, estrecho y firme, hasta el extremo de recolocar el tapón de la gasolina desde su localización habitual, desplazándolo atrás para escamotearlo bajo una tapa abatible que se sitúa más allá del final del asiento, encastrada en la aleta posterior.
Una Instrumentación minimalista
Efectivamente, tal y como no cabía esperar otra cosa, con un cuenta revoluciones analógico bien visible como protagonista principal. De todos modos, bien es sabido que cualquier display de hoy día es capaz de ofrecernos mucha más información de la que cabría esperar de un modelo que guarda dentro de sí la esencia de una competición tan intuitiva como es el supermotard. Así es en la 690 SMC R.
Los retrovisores de la KTM 690 SMC R
Se muestran con un diseño discreto que no distorsiona, en absoluto, la imagen racing que KTM ha pretendido transmitir en esta moto con matrícula para el circuito pequeño. Por otro lado, ofrecen una visibilidad suficiente tanto sobre tráfico que nos alcanza por la retaguardia como el que dejamos atrás, lo mismo para nuestros rivales sobre la pista.
Las ventajas de la Euro4 en la 690 SMC R
Sí, ciertamente el sonido se oye amordazado y casi secuestrado por la normativa. Sí, ese sonido que podríamos esperar de un monocilíndrico austriaco, puede dejar cariacontecido al que lo escuche por primera vez en esta supermotard. Así es, el 690 desarrolla su potencia con una discreción más propia de un scooter que de ese genio KTM que todos esperamos y que de cualquier forma se deja notar en su empuje y escapa discretamente en la nota grave que pone la admisión cuando abrimos todo el gas y sube la aguja del cuentarrevoluciones.
En cualquier caso, todo tiene su lado positivo y una compensación a veces sorprendente. Y si no, cómo nos imaginaríamos disfrutando de la monta sobre un auténtico pura sangre, pasando a las tres de la madrugada entre las fachadas de una calle estrecha, sin perturbar el descanso del vecindario. Un verdadero lujo hoy día, ¿no es así?
Precio
8.899 euros
Conclusión
Una supermotard, pura y con matrícula, que nos da juego para llevar a cabo actividades tan simples como desplazarnos pacíficamente para hacer cualquier recado; una moto divertidísima para las salidas en fin de semana, que por supuesto se ofrece en versión limitada para el carné A-2; un medio de transporte más ágil que la mayoría de los scooters para acudir diariamente al trabajo.
Pero sobre todo y ante todo, la KTM 690 SMC R es una moto que nos permite hacer un plan de entrenamiento, yendo por la mañana desde casa hasta el propio circuito, puerta con puerta, hacer allí una seria jornada de tandas libres y volver de nuevo con el mono puesto, y el sudor encima, para ir directos a la ducha. Una supermotard, por otro lado, con una cilindrada y potencia que no te limitará sólo a los trazados propios de la especialidad, como ocurre con las 450, sino que te permitirá divertirte de lo lindo en las rodadas que se organizan en circuitos de velocidad pura, aunque no sean los más rápidos del país.