No, no te dejes engañar por la cifra. 390 es más bien una alusión a su estrechez y a su ligereza. Nada tiene que ver con las prestaciones, y sobre todo con las sensaciones que cabría esperar de un pistón solitario con cuarto y mitad de litro.
No te dejes engañar, porque, en realidad, esta KTM es un juguete diabólico que representa una provocación continua a la diversión.
Postura de la KTM 390 Duke
El tronco queda muy erguido, al estilo supermotard, con las manos extendidas sobre un amplio manillar que casi supera las medidas del concepto naked. Los pies, sin embargo, van colocados llamativamente arriba, y sobre todo atrás, dejándonos las piernas en una postura deportiva, con el tronco en una actitud de dominio, de control absoluto, dando como resultado de esta particular combinación una posición que anima e incita al pilotaje, con una colocación del cuerpo mucho más natural de lo que pueda aparentar esta descripción con palabras.
Motor 390 Duke
En una primera impresión, sorprende transmitiendo una suavidad que no se espera en una moto de estética tan agresiva, y en cualquier caso, parece mentira que un monocilíndrico austriaco transmita esa sensación suave en toda la gama del cuenta revoluciones. Lo cierto es que, si no fuera por sus prestaciones y las intensas sensaciones que transmite después, tendríamos la impresión de acelerar con una moto ciudadana de 250, o incluso menor.
Suavidad llamativa también en el cambio, que apenas se siente en el empeine cuando pasas a otra marcha, y en el embrague, con una palanca para manos de pianista, tanto por esa mencionada suavidad como por la precisión que ofrece para graduar su recorrido.
El motor desarrolla su potencial en una entrega que se percibe en dos fases bien diferenciadas, aunque sin transmitir en absoluto un salto en medio. Una primera por debajo de las 4.000 rpm, en la que si jugamos peinando el pelo del gas para que el 390 se comporte como un inofensivo scooter medio, facilitando una conducción civilizada entre calles, además de un consumo muy contenido, detalle interesante para hacer la cuenta de ese día a día en la ciudad.
Sin dejar esas posibilidades urbanas, la discreción de un sonido Euro4, permite darnos el lujo de pasar de madrugada por las calles más estrechas, acotadas por fachadas que se levantan como auténticos amplificadores de ruidos, sin soliviantar ni siquiera el plácido descanso de un bebé.
La segunda fase del motor comienza a despuntar a partir de esas 4.000 rpm, con un cambio de voz en la admisión, destapándose un tono ronco y profundo como respuesta de la criatura que estamos despertando con el puño del gas: una digna representante del característico genio de KTM.
Pero no es hasta las 6.000 cuando se revela por completo la bestia que lleva dentro esta 390 Duke, con un empujón que sorprende en un monocilíndrico de tan sólo 375 cc. El tirón de sus 44 CV se confirma y se prolonga con una intensidad uniforme hasta el mismo corte del encendido, allá por las 9.500 rpm. Y lo cierto es que al final, después de bajarte, las sensaciones que te deja la aceleración de esta naked media son propias de uno moto bastante más grande y potente.
En cuanto a la velocidad punta, no puede ser espectacular por el propio concepto de este juguete divertidísimo, pero sobre todo por el desarrollo tan acertadamente diseñado por KTM contribuye a hacer más intensas esas sensaciones al abrir a fondo el acelerador.
Vibraciones de la KTM 390 Duke
Si pensamos en un monocilíndrico camino del medio litro, son sencillamente de risa, gracias, en gran medida, al eje contrarrotante de su cigüeñal. No sé si parece mentira que en algún momento de la historia hubiera sufrido trepidaciones tan severas como las de una Sanglas 400 o, más aun, de una Norton Comando. Sí, ciertamente, recordando aquellos monstruos del temblor, cabe pensar en un recurso mágico para que KTM haya conseguido crear un monocilíndrico tan eléctrico, en cuanto a vibraciones se refiere.
Suspensiones de la 390 Duke
Como no cabría esperar otra cosa, el tacto del conjunto horquilla-amortiguador, firmado por White Power, es más bien deportivo, sin llegar a resultar seco en absoluto, y guardando además un primerísimo recorrido, con muy pocos milímetros, para hacer posible una conducción algo más turística, o también para los traslados urbanos de cada día.
La Frenada de la KTM 390 Duke
Como nos tiene acostumbrados la marca austriaca, este apartado es un valor seguro de la marca. El disco delantero, tan sensible como monumental (300 mm), se basta y se sobra para detener esta 390 Duke en cualquier situación, con una dosificación milimétrica y un tacto sensible en la mano que nos permite parar la moto, incluso con el suelo mojado, en una distancia que sencillamente no te la crees.
El freno trasero (230 mm), por su parte, hace algo más que cumplir con su función geométrica de mantener la moto lo más horizontal posible durante la retención, y echa una mano al tren delantero para sujetar este juguete diabólico en las detenciones más exigentes.
Para completar el apartado de la frenada, la ergonomía de esta Duke viene a sumarse, como en su hermana bicilíndrica, con las llamativas solapas que rematan por arriba la silueta del depósito. Sirven como magnífico asidero para sujetarnos con las piernas en las deceleraciones más contundentes.
Comportamiento dinámico de la 390 Duke
Sí, lo cierto es que se siente como un auténtico juguete a escala de la Super Duke 1290 R, o de la propia GT; pero eso ya lo adivinará el lector con tan sólo mirar las fotos. La base por la que afirmamos que esta 390 Duke se nos muestra como un juguete diabólico es la tentación continua que representa para nuestro espíritu más quemado, una incitación permanente a una diversión que puede explayarse, sin cortapisas, en una pista de supermotard, como nuestra habitual de FK.1, sita en la provincia de Valladolid.
Con las cotas y la estrechez manifiesta que transmiten su figura, ya nos podemos hacer una idea de la perpleja facilidad con la que esta 390 Duke ejecuta cualquier cambio de dirección, por retorcido que éste se presente; lo mismo se puede suponer para el giro en la entrada de cada viraje, por mucho que se retrase el momento de ejecutarlo, incluso ya metidos en la propia cocina de la curva.
Pero, por otro lado, es posible que el lector más avezado pueda sentir también cierta desconfianza sobre el aplomo que pueda ofrecer esta pequeña naked al ejecutar el paso por los virajes más rápidos. No es así. KTM ha obrado el milagro de un aplomo sobrio, sin nerviosismos, en una moto tan corta (1.357 mm entre ejes) y tan liviana (149 kilos). La 390 Duke no sólo es una moto que se siente compacta, con pisada firme, en el momento de transitar a lo largo de la curva; sino que además, la nobleza de su chasis triangulado, en combinación con la solidez de las suspensiones WP, te permite equivocarte y volver a rectificar, tantas veces como se te ocurra: el límite tan sólo lo pondrá la longitud de la curva.
Para rematar esta nobleza de la parte ciclo, la tracción del monocilíndrico, tan sólida y eficaz como la rigidez del propio bastidor, nos lleva con un empuje noble a lo largo de la curva, para catapultarnos al final, cuando enroscamos todo el puño, hacia el próximo viraje.
El pasajero en la 390 Duke
Es llamativo el generoso espacio que ofrece la plaza del pasajero dentro de unas cotas tan escuetas. Una plaza con suficiente espumado, que permitirá llevar a nuestro acompañante con una comodidad más que aceptable, sobre todo pensando en una moto de esta categoría.
Detalles de la KTM 390 Duke
Luces
La iluminación corre a cargo de la tecnología led, tanto de día como de noche. Una luz que representa un auténtico lujo para una moto sin grandes pretensiones viajeras, con la que, como quien dice, se hace de día en la carretera.
La pantalla TFT de la 390 Duke
Representa otro verdadero lujo, con una abundante información, que se lee con sobrada claridad, incluso con una presbicia de 1,75 dioptrías. Además cambia automáticamente del día a la noche la tonalidad de su fondo, sincronizado con la luz del grupo óptico.
Los retrovisores en la KTM 390 Duke
Los espejos representan otro auténtico lujo, ajustable en multitud de posiciones. Ofrecen una panorámica completa de nuestra retaguardia, incluso con la corpulencia de un servidor de por medio. Además, su altura queda por encima de los retrovisores de la mayoría de los coches, lo que le atribuye una virtud añadida, convirtiéndola en una auténtica campeona del atasco.
Precio de la KTM 390 Duke
5.399 euros
Conclusiones sobre la 390 Duke
Un modelo que por tamaño y prestaciones muestra, lógicamente, la faceta de moto de iniciación en esta pasión que todos vivimos por la moto, que se ve reforzada por una entrega de potencia previsible y progresiva, sin sobresaltos para el principiante, de manera que no necesita la selección de curvas de potencia que incluyen otros modelos de distribución más puntiaguada.
Pero, además de esta faceta, la 390 Duke se presenta como un divertidísimo juguete para los motoristas con más experiencia, incluso con mucha experiencia, que se verán sorprendidos por lo que una moto tan reducida puede dar de sí en una salida dominical.